martes, 19 de marzo de 2013

Many ways to do love:


You can do love just talking with someone. Even just listening someone. That’s not too common. People don’t usually listen to. Neither me.
Another way to do love is giving kisses, or hugs. Not always we do that means love.
You can do love also intellectually. Changing opinions and knowledge.
What else?
You can do love just being in silence beside someone, staying with someone who needs you.
You can do love giving something, buying something or just calling someone to show that you remember that person.
The most common way to do love, and not always well done, is sex which implies kisses and hugs too.
One of my favorite ways is also cooking. A special meal for a special person.
What else?


martes, 5 de marzo de 2013

En el tren.



Voy a escribir sobre personas que te puedes encontrar en un tren. Un tren de Finlandia, un tren tranquilo y silencioso (por lo general) como era este.
Primero me encuentro con un perro que no para de chillar (por lo que “silencioso” nada…) y cuyo dueño es gótico. Viste completamente de negro, (pelo incluido) salvando su piel pálida y blanca como la nieve y sus ojos azules. Creo que el perro ha evacuado, ya me entendéis… Huele peste.
En frente de mí está sentado el típico que se queda dormido. De vez en cuando, cuando su cabeza se relaja más de la cuenta, pierde el control y abre tímidamente el ojo izquierdo. Entran ganas de pegarle un sustito…
Unas filas más atrás, como no, el típico guiri to’ bueno. (Aunque en este tren más bien soy yo la guiri). En fin… Uy! Me acaba de mirar, se habrá coscado que le estaba mirando. ¿O tal vez me mira por  mi exotismo? Porque, seamos sincera, tía buena, tía buena… no es que sea. Además, he cogido el tren por 30 segundos después de correr escaleras abajo, escaleras arriba, las maletas, la nieve... Ya podéis imaginar mis pintas.
Cambiando de fila, en el lado derecho, según mi ángulo de visión, veo a la típica, otra vez, friki de los libros. Siempre hay alguien enganchado a un libro. A veces soy yo, a veces los otros. Otras veces somos nosotros. Pero esta chica, de verdad, no ha levantado la cabeza en casi una hora de camino que llevamos.
Y, junto a ella, un chico con gorrito y flequillo al estilo Wally. ¿Sabéis? De “¿Dónde está Wally?” Pero este chico es más modernito. También lleva las gafas de Wally y la cámara de Wally, pero esta tiene que ser un modelo actualizado. Digo yo…
Y hasta aquí… Seguro que encuentro más gente en mi próximo viaje digna de comentar. Quién sabe, tal vez sea en el metro, en el bus o en el taxi.

lunes, 4 de marzo de 2013

Just Thoughts.


My first thought in the morning:

Your smile
your face
your teeth
you eyes
your hair,
one by one,
from the head to the feet.

Your talks
your hands
your body
your lips
your fingers,
one by one,
from the left hand to the right foot.

Your laugh
your kisses
your legs
your bum
your beard
your skin
your ears
your touch
your smell
your missing...



My last thought at night:
Your hugs.

Here, I would like to quote: My first, my last, my everything.
Barry  White.

domingo, 17 de febrero de 2013

La carta de Julián.

Eran trece años ya, decían . Ese tiempo hacía que Julián venía al bar a preguntar. Al menos dos veces al mes se pasaba y preguntaba "¿Ha recibido alguna carta para mí?" "No, lo siento." Contestaba.
Pero mes tras mes seguía viniendo. Admiraba su perseverancia.
Un día, de repente, miré al calendario comprobando que hacía ya un mes y medio que no le veía.  ¿Habría desistido? Tampoco veía a Marisa, su acompañante. Ella solía esperarle en la puerta y sonreía. Era una sonrisa cómplice. Nunca cruzamos ni una sola palara.
El paso del tiempo se estaba haciendo notar. Los meses estaban incompletos y, aunque nunca tenía nada para darle, era bonito mantener y alimentar de algún modo su esperanza. Sería triste si de verdad hubiera renunciado.
Al final decidí visitarle, realmente le echaba de menos.
Alcancé a recordar dónde vivía, desde la barra del bar se veía el portal de su edificio y, por suerte, el nombre de Julián aparecía escrito al lado del 3B.
Llamé y una voz dulce y apagada me contestó. Después abrieron la puerta para que subiera. Cuando llegué al tercer piso ya estaba ella esperando en el pasillo. Era un pasillo estrecho y luminoso con un gran ventanal.
Nos saludamos y le pregunté por Julián y, antes de que me respondiera, me presenté. "Soy Marcos, el del bar."
Me quedé en blanco cuando me dijo que Julián había fallecido. Hacía dos años que tenía altzheimer y no recordaba nada, según los doctores y su familia. Según todo el mundo. Me dió pena darme cuenta que murió esperando algo que no era real.
Algunos meses después haciendo limpieza en el trastero, entre los documentos y pertenencias que habían en una caja del dueño anterior, encontré la carta. Un sobre bastante viejo en el que ponía: Julián Navarro Gonzalez. Y el remitente una tal Teresa. Era Teresa su amada. Recuerdo cuando al darse la vuelta, después de mi respuesta siempre negativa, él suspiraba tres veces "¡Ay! Teresa, Teresa... ¡Ay! Teresa..." Ella siguió amándole. Ella le esperó toda la vida.
Julián tenía altzheimer y no recordaba nada, según los doctores, según su familia. Según yo, sí recordaba.


domingo, 10 de febrero de 2013

Ventanas.



Ese maravilloso e intrigante mundo que te sumerge y te lleva a imaginar lo que se esconde detrás de cualquier ventana.
(1)    Miro y hay una flor. Una flor roja en lo que parece ser un jarrón. Blanco. Persianas medianamente levantadas y algo descuidadas. El fondo es oscuro. Inspira soledad. Una ventana perfecta para un día lluvioso como este.
(2)    Una estrella verde pendiendo de un hilo grueso. Desde aquí abajo puedo apreciarlo. La madera blanca que divide la ventana en cuatro parece antigua y vieja. Como si llevase siglos incrustada en una fachada de no más de tres años… En la esquina, abajo a la izquierda, hay una vela que humildemente alumbra en la oscuridad de una noche nublada.
(3)    Abundantes flores de geranio adornan la limpia ventana de, a mi parecer, una linda y dicharachera vieja. Con paños de cocina tendidos de punta a punta. Un conjunto de alegres colores que dan vida a una triste ventana azul marino y borrosas vidrieras.
(4)    Parece aislada, como ausente. Se lleva un trozo de comida a la boca. Y otro. Sin apartar la mirada fija y pensativa de la mesa. Yo imagino una mesa antigua, de esas que tienen nuestras abuelas en el comedor de casa. A su espalda le observa su propio reflejo en el espejo más desgastado que haya visto nunca. Curiosa imagen de una chica solitaria. ¿Tendrá un mal día, o es solo el anhelo de escapar de tan aburrida y absorta vida? ¿Será mal de amores lo que padece esta criatura de cara angelical, o la ambición de querer llegar a donde todos esperan que lo haga? ¿Qué será?
(5)    Y qué afortunada es esa otra ventana. Desde lo alto de la colina divisando el extenso paisaje que se alza a sus pies. Unas montañas lisas y verdes. Algunos colores que se entremezclan a lo largo del camino que llega hasta la orilla del lago. Amarillo, marrón, azul y violeta son algunos de ellos. Ahora me explico el por qué de ese gran retrato del viejo, y ya difunto, marido de su abuela apoyado en la bisagra de la ventana a, a penas, unos tres milímetros del cristal.

UNA VENTANA, UN MUNDO.

miércoles, 30 de enero de 2013

La hazaña de Jorge a media noche.


Jorge tenía un sueño muy profundo pero ya llevaba varias noches que no podía dormir. Había un ruido incesante que no le dejaba conciliar el sueño. “¿Qué era eso?” Se preguntaba él todas las malditas noches. Al principio pensaba que podía ser su estómago, pero él comía y comía y el ruido no cesaba. Después pensó que, a lo mejor, era el chirrido de una puerta o de una ventana, así que decidió atornillarlas y asegurarse de que estaban todas bien cerradas. Pero el ruido, una noche más, volvía a invadir sus oídos. “¡Qué mala pata! ¡Ya no puedo más!” Y quiso levantarse en medio de la noche para investigar qué era lo que le molestaba tanto…

No llegó a pisar el suelo cuando, de repente, notó algo blandurrio y peludo en su pié izquierdo. Pegó un respingo tan grande que se quedó de pié encima de la cama. Al mismo tiempo, oyó un chillido extraño que dijo “¡Ay!”. Y todo se quedó en silencio por unos segundos…
Jorge se inclinó varias veces para ver qué había debajo de su cama. Pero no reunía el valor suficiente para asomarse totalmente y despejar sus dudas. Lo intentó una vez más y su cabeza chocó con algo y dio otro respingo. “¿Qué era esa cosa?” ¡¡Era una pelusa!! ¡Llevaba tanto tiempo sin limpiar que la pelusa se estaba comiendo todo el polvo de su habitación!

Le pidió, por favor, que dejase de hacer ruido, pero la pelusa no hizo ni caso. Y él no sabía qué hacer. Así que el día siguiente se fue a trabajar sin dormir.
Cuando llegó a casa, por la tarde, estaba tan cansado que se fue pronto a la cama pero, como todas las noches, empezó el ruido incesante. Jorge se despertó y nuevamente decidió pedirle a la pelusa que, por favor, no hiciera ruido. Pero la pelusa ni le escuchó y siguió comiendo. ¡Cada vez estaba más grande! Y así varias noches hasta que Jorge decidió, por fin, hacer algo que su abuela en algunas ocasiones trató de enseñarle:
Se levantó de la cama y bajó las escaleras donde se encontró a otra pelusa. Ésta era algo más grande y oscura. Pasó por el salón y vio a una pelusa más pequeña y roja, sería por las alfombras. Cruzó el pasillo y entró en la cocina. Esta vez encontró a una pelusilla un poco más chica que la anterior. Claro, la cocina se limpiaba todos los días. Abrió la puerta del patio y allí estaba, ¡el recogedor!
Empezó a barrer y a limpiar. Escaleras arriba, escaleras abajo. Encima de los muebles y debajo de los muebles. Izquierda, derecha, izquierda, derecha…
Unas horas después sonó su despertador y, dejando la casa impecable, se vistió y se fue a trabajar. Estaba muy cansado, pero tenía la esperanza de que al volver a casa todo sería diferente. Más limpieza, mejor ambiente, y lo más importante, podría dormir. Al menos, eso pensaba él.
Qué alegría se llevó cuándo de camino al trabajo se percató de que era sábado. ¡¡No tenía que trabajar!! Y, ¿sabéis lo que hizo? Se llevó todo el fin de semana durmiendo. Así Jorge aprendió a mantener la casa limpia y ordenada y las pelusas nunca más volvieron a molestarle.
FIN.

viernes, 25 de enero de 2013

You know... It's our life...


Keep alive and happy.

Think, feel and act with your brain. Sometimes the reason is the only thing we have.
Think, feel and act with your heart. Sometimes we lose the reason.
Think, feel and act with your sexual organ. Sometimes is the only thing we need not to lose everything else.

Keep alive and happy in a balanced balance.
Have an healthy life!

Mantente vivo y feliz.

Piensa, siente y actúa con tu cerebro. A veces la razón es lo único que tenemos.
Piensa, siente y actúa con tu corazón. A veces nosotros podemos perder la razón.
Piensa, siente y actúa con tu órgano sexual. A veces es lo único que necesitamos para no perder todo lo demás.

Mantente vivo y feliz en una balanza equilibrada.
¡Que tengas una vida sana!